Libro | El aparato que late
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Este libro de poemas de María Antonia León reúne diez años de trabajo poético. Los temas que aborda van desde la niñez y la oscuridad, hasta la voz vegetal y energética, etérea y desterrada de todo cuerpo. En los versos surgen el pájaro y el mito, los juegos de perspectiva y las imágenes renacientes, puestas con cuidado y sonoridad.
Editorial: Domingo atrasado (colección Cantos rodados)
Género: Poesía.
Páginas: 72 (45 poemas).
Descripción
“Decir que hay una aspiración de libertad en la buena poesía es asunto resabido pero muchas veces olvidado. María Antonia León lo sabe bien o parece saberlo cuando dice que sin alas es “solo un nido para la rabia”, como si empollarse a sí misma fuera una transmutación, fuera también un anhelo de salir de un cascarón, de cambiar de piel y de camino.
Así, en sus poemas una loba puede descubrir que es una soprano. Luego se escudriña y hace una dolorosa y valiente afirmación: “soy el resultado de dos equivocaciones”, lo que parece ser, al menos en la lectura que hago de tan áspera imagen, el raro azar de venir a un mundo que está poblado más por adioses que por dioses”.
Juan Manuel Roca.
Deuda
“Llevo en los labios el rojo que debo”.
Virginia Woolf
Óvulos arruinados, ojales cerrados,
muerte de la infusión a la pulpa,
muerte húmeda transitoria,
delirio cristalino,
brote de los matorrales,
monumental y flácida,
la cera vomita un rostro.
Hasta las rosas se abren para sangrarme.
[2012]
“Ese aparato, de metal, que es armazón, cuerpo múltiple, late atento a estímulos sensoriales de todo tipo que llegan del afuera, a través de él resuenan las noches y los días en toda su extensión; cada cosa, la naturaleza, el paso de los otros, el dialecto de los dioses olvidados, el tiempo que no se detiene, el laberíntico amor y su pérdida, la consciencia de estar vivas, vivos.
En estos poemas hay una pequeña violencia ya enunciada en el título que los recoge, que busca en la separación, en las imágenes que se descuajan del espectro que cada poema es, conciliar contrarios para hallar el equilibrio. Por esto también el libro no corre desde un orden temporal; salta de un tiempo a otro, como el recuerdo, como estrellas que titilan desordenadamente y de las que percibimos su extinta, pero brillante luz, la mayoría, a millones e inexactos años de distancia”.
Camila Charry Noriega.